Cuando se habla de la Semana Santa o de las "vacaciones" de Semana Santa, se piensa en un tiempo de descanso, en salir de lo cotidiano; y efectivamente, ese tiempo no va sólo para el sentido práctico, como en el trabajo o la escuela, sino también al interno, es decir, otorgarle ese descanso y rompimiento de la cotidianeidad al alma.
Nuestro entorno sugiere que salgamos a divertirnos y le dejemos la religión a los adultos. Sin embargo, no debemos olvidar que vivimos un acontecer lleno de peligro, angustia, de inestabilidad social. Nos encontramos inmersos en tiempos difíciles.
Utilicemos esta semana para reflexionar, recapitular, poner en orden nuestros pensamientos. ¿Cómo nos ha ido en estos 4 meses del 2011? ¿Hemos cumplido nuestros "propósitos"? ¿Qué relevancia tiene nuestra familia sobre nuestro trabajo o incluso nuestros amigos? ¿Cuánto tiempo me dedico a mí mismo? ¿Cuánto tiempo le dedico a Dios?
Veamos la Semana Santa como una oportunidad de poner en práctica esas cuestiones que dejamos de lado por seguir una multitud; veámosla como una oportunidad de experimentar cambios internos, de llegar a un acuerdo entre nuestra fe y nuestra realidad.
Que tengan una semana llena de armonía, salud y, porqué no, de merecido descanso.
Por: Pamela Salinas
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